
Un circuito seguro conformado por balas de paja conformaban un curioso recorrido en el que la habilidad lo era todo para completarlo, sin poner un pié en el suelo, con éxito.
La idea estupenda. Un batería de modelos diversos de 125cc que pueden ser conducidos con carnet de coche. Un recinto preparado para las pruebas y unos monitores que con saber, paciencia y ganas instruían a los que se aproximaban a las dos ruedas por primera vez. Les acompañaban a lo largo y ancho del recorrido para asistirles en todo lo necesario.
Para los demás, a la breve y necesaria explicación de las carácterísticas del modelo en cuestión, cuatro indicaciones sobre como circular y… a rodar.
Un scooter de rueda pequeña, de apariencia similar a las simpáticas avispas de Piaggio, fabricado por el coreano Kymco. De motor resuelto y frenada tradicional (freno delantero y trasero separados), de tamaño contenido pero amplio (mido un metro noventa). Facilón y entretenido. Ahí mi primera prueba. Tras unas vueltas sin tocar los frenos y a base de cadera lo fuimos metiendo por todas partes.
La siguiente un Suzuki de rueda alta. De motor más vivaz y de frenada combinada en la maneta izquierda(inútil para mí acostumbrado al embrague en esa mano y nada más) y freno delantero, como es tradición, en la maneta derecha. Acelera fuera de las balas a tope y frena después- me dice el monitor. Dicho y hecho. Tras el lapso que tarda en coger el variador y ponerse a andar, puedo asegurar que se mueve con solvencia y tacto propios de cilindradas mayores. Yo, que me muevo en Vespa (la de siempre) a diario, la rueda alta la dejo para mi Trail. Un scooter de rueda alta ni me lo plantee y, sin embargo, habiendo probado en su día el Beverly 500 y sorprenderme, hoy, este de 125 lo encontré más estable, firme, con buena patada y mejor freno de lo esperado. No está nada mal. Si, ya sé lo que alguno dirá, no tiene la personalidad de otros modelos como la Soopy originales o las vespas. Pero es más un producto, a mi entender, a comprar con la razón que con el corazón.
Me divirtieron los dos. Anduve hasta cansarme por el circuito y departí sobre cacharros con muchos de los asistentes (tampoco fuimos tantos). Intercambiamos pareceres y echamos risas, tras la prueba, con quienes era su primera vez.¿Como haces para vencer el peso?-nos decía una joven. Y para frenar sin poner los pies?-decía otro. Reíamos todos divertidos. Nos hemos olvidado de cuando empezamos en esto. Nos acordamos cuando cambiamos de moto o probamos otras y hay que hacerse con el nuevo volumen/peso.
En fin. Una interesante forma de acercar la moto a sus potenciales usuarios. Para que descubran sus virtudes en un entorno seguro. Otras bondades, de las muchas que tienen, las irán descubriendo poco a poco con el uso diario.