Y hablamos del tiempo del recorrido, repito, y también del que nos tomamos, en este viaje como en otros recientes a otros lugares, para detenernos. Si. Detenernos a observar lo que la naturaleza nos brinda. O a degustar una rica comida de la zona en ese sitio (restaurante La Curva, Ciudad Hidalgo) donde tan bien nos reciben, tan delicioso comemos y encontramos un rato de relax, tranqulidad y porqué no decirlo. Felicidad.
Dices que has pasado mil veces por Mil Cumbres hacia Morelia. Por toda la federal desde Zitácuaro, afirmas. Pero te has perdido todo lo que el paisaje te ofrece.
Hoy nuestros cacharros, los que “el mercado” ofrece, están llenitos de “tecnología” y “electrónica”, para conducir con mayor seguridad, dicen…. .Permiten volar bajo a velocidades innombrables que tanto nos excitan. Nos hacen mejores pilotos, mencionas en nuestra conversación. Te miro y veo la misma cara de fascinación que yo también puse hace tiempo emocionado ante los nuevos inventos hasta que un día, después un proceso a lo largo del cual se fué generando una desafección hacia todos los vehículos de nueva hornada (eléctricos principalmente),dije basta. Quizá es un proceso propio de la edad o de que mis emociones ya no se despiertan tan fácilmente.
Hace tiempo que mi atención se dirige hacia cacharros que ya en su momento, cuando no habia otros, ya me llamaban la atención y provocaban el deseo. Era verlos y en mi cabeza un aluviòn de carreteras y caminos conocidos unidos a otros que moría por descubrir fluían sin dejar espacio a nada más. Emoción en estado puro. Todavia alcancé a adquirir uno de esos modelos maravillosos que representan con su sencillez, simplicidad y robustez la esencia de los grandes viajes. Los que te llenan el espíritu. Velocidades y ritmos de otros tiempos que te empujan a buscar esos rincones ausentes de tráfico, de controles que te lleven a recorrer el màximo de kilómetros para ir de A a B. Una lògica inversa a la imperante actual de prisas, de llegar cueste lo que cueste cuanto antes. De consumir el tiempo, la vida sin aprovechar nada de lo que se presenta ante tí. De perseguir la instantánera a la que otros den like sin pararte a ver si lo que a través del objetivo muestras representa algo para tí.
La “pequeña” Himalayan 411 te ofrece lo que es. De forma honesta, sincera. Sin filtros porque no le hacen falta. Transparente. Encantadoramente imperfecta. Todo embona en ella y con ella de una forma natural. Todo transcurre con fluidez. En ella y con ella puedes redescubrir un modo de viajar. De vivir en definitiva. La magia de acompañar el tiempo y de no consumirlo tal cual sin saber cómo ni cuando. Algo de lo que también ofrecen mi Panzer (BMW R1150 GSA)y mis Vespas protagonistas de otras historias similares en las que el recorrido y el tiempo brindan emociones infinitas.
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